Fotos: Mitchell Colbert
La palabra “descarboxilación” puede parecer intimidante la primera vez que se la lee o escucha, pero en realidad, es el proceso que los consumidores de cannabis realizan diariamente cuando se elimina un grupo de ácidos carboxílicos de un compuesto orgánico. De hecho, cada vez que enciendes tu pipa llena de hierba cruda o presionas el botón de tu vaporizador, estás descarboxilando la marihuana. Es un paso esencial para sacar a la luz los efectos psicoactivos de la hierba, y sin ese proceso no se producen los ácidos cannabinoides, por lo que no se obtiene el efecto esperado.
El proceso químico
La descarboxilación es un proceso químico simple que involucra marihuana cruda y una fuente de calor. Sin embargo, dentro de este proceso simple está el arte complejo que siempre evoluciona, uno que ha ganado importancia desde que la marihuana se ha convertido en una sustancia recreacional y medicinal más aceptada socialmente.
Comestibles que parecen productos alimenticios reales:
Antes que la llama de tu encendedor “descarboxile” tus cogollos, la hierba está cargada con el ácido tetrahidrocannabinólico (THCA), un compuesto químico que se almacena dentro de los tricomas de la flor de la marihuana cruda, que no es para nada psicoactivo. Para obtener el efecto que se espera de la marihuana, primero debemos transformar esos THCA en el buen y viejo tetrahidrocannabinol (THC), el compuesto psicoactivo principal que encontramos en la hierba.
Existen dos etapas primarias en las cuales sucede la descarboxilación: cuando se está secando la flor, y luego cuando se la calienta. Al fumar o vaporizar, el proceso está lejos de ser artesanal e intensivo. El calor extremo activa el THC, que nuestro cuerpo absorbe a través de los receptores cannabinoides, lo que produce el tan ansiado efecto. No obstante, cuando se está descarboxilando marihuana para hacer productos comestibles o realizar extracciones, debemos activar estos cannabinoides psicoactivos nosotros mismos antes de consumir la hierba.
Cómo descarboxilar para cocinar
Aunque no soy ningún experto culinario, tengo la suerte de haber conocido algunos chefs de marihuana como Miguel Trinidad de 99th Floor y Michael Cirino de A Razor / A Shiny Knife, ambos hablan del proceso de descarboxilación como una forma de arte delicado. Los dos métodos más frecuentes de descarboxilación se realizan a través del horno o con un proceso de ebullición.
La marihuana comienza a descarboxilarse a una temperatura de alrededor de los 220 grados Fahrenheit. Para un método de horno óptimo, debes precalentar a una temperatura de entre 220 a 245 grados, y cocinar la flor molida entre 30 a 45 minutos, según tus propias preferencias y la marihuana que utilizas. Se recomienda moler la marihuana finamente antes de distribuirla sobre la bandeja para horno cubierta con papel vegetal. El kief también puede ser descarboxilado con el método del horno en la mitad del tiempo que toma hacerlo para la flor.
Es importante considerar que un horno doméstico no siempre puede llegar a la temperatura que se marca, por lo tanto, es esencial revisar la temperatura y el horno mismo durante el proceso. Una vez que tu marihuana esté seca y con un color marrón, déjala enfriar y luego tritúrala en una picadora de alimentos. El resultado, la marihuana descarboxilada, puede mezclarse con las grasas que se encuentran en ciertos aceites y el alcohol.
Otro método que es un poco más intenso, pero bastante más popular entre los chefs de marihuana, es el método del ebullición. Para realizarlo debes poner la hierba en una bolsa de hervir cerrada al vacío. Después, debes sumergir esa bolsa llena de marihuana en agua hirviendo durante aproximadamente 90 minutos, mientras se revisa todo el tiempo que no se evapore el agua debido a la alta temperatura. Después de los 90 minutos, saca la bolsa del agua hirviendo y deja enfriar antes de abrir. Como sucede en el método del horno, debes asegurarte de moderar la temperatura durante el proceso (que debe estar a los 212 grados Fahrenheit para el baño de agua hirviendo). Este método puede realizarse con un baño de aceite caliente, pero a una temperatura más elevada (250 grados) y hasta que las burbujas comiencen a reducirse gradualmente.
Resguardar tus terpenos y THC
Aunque cocinar tu marihuana a temperaturas más altas podría ayudar a que la descarboxilación se realice más rápidamente, enlentecer el proceso tiene también ciertos beneficios muy importantes. Cuando se realiza el proceso para extraer el THC y cuando ese sabor distintivo de cada cepa de marihuana aparece, ocurren los terpenos de forma natural, por lo que la descarboxilación debe realizarse más lentamente. Una vez que la temperatura llega a los 300 grados Fahrenheit, tanto los cannabinoides como los terpenos están comprometidos, por lo que si estás apurado por descarboxilar, ten cuidado de que tu fuente no se ponga demasiado caliente.
Ahora que has descarboxilado de manera exitosa tu marihuana, puedes agregarla a diferentes aceites de cocina, mantequilla, lecitina, y también crear alcohol o tinturas de glicerina vegetal. Aunque técnicamente puedes obtener los efectos deseados sin realizar el proceso de descarboxilación al meter la hierba de lleno en un disolvente calentado, al hacerlo estarías obstaculizando seriamente la integridad y la potencia de los cannabinoides y los terpenos. La descarboxilación puede ser un proceso difícil y largo, pero tu cuerpo y mente te lo agradecerán una vez que ingieras una infusión comestible totalmente activada.